SELECCIONADA PARA PARTICIPAR EN EL FESTIVAL DE TOULOUSE, ORGANIZADO POR A.R.CA.L.T (ASSOCIATION RENCONTRES CINÉMAS D'AMÉRIQUE LATINE DE TOULOUSE), EN LA SECCIÓN “PANTALLA ABIERTA”.
ADJUNTO AL FINAL UNA CRÍTICA QUE SALIÓ DEL TRABAJO EN LA REVISTA VIRTUAL SOBRE CINE “OTRO CAMPO” (WWW. OTROCAMPO.COM)
Formato original: S- VHS
Duración: 50 min
Dirección: Claudio Víctor Perrín
Asist. de Dirección: Roberto Bianchi
Producción: Claudio Perrín
Asist. de Producción: Claudia Infantino
Dirección de Fotografía y Cámara: Claudio Perrín
Asistentes generales: Fernando Infantino / Fernando Amondaraín /
Celia Fainstein / Adriana Crognoletti
Dir. de Sonido: Roberto Bianchi
Protagonistas: Esteban Lorenzatto / Tito Jaime / Jano Viotti / Luján Rivero / Roberto Dell O`stte / Gabriel Delgado / Claudio Martinelli / Emilio Toibero / Fernando Infantino / Mario Bustamante /
SINOPSIS "LOS DESEOS DEL CAMINO" (KING ALE).
Juan es el protagonista de esta historia, él trabaja en un silo de granos de un pequeño pueblo del interior de la provincia. Su vida siempre transcurrió ahí, hasta que la situación económica general de fines de 1999 y comienzos del 2000, lo encuentra despedido de su trabajo. Ya sin él, y sin su anterior pareja decide visitarlo al padre que esta construyendo un parador rutero, con el cual cree que se va a llenar de plata. Juan se queda a ayudarlo pero sin creer mucho en ese destino de grandeza que le ofrece el padre. A medida que pasan las horas empiezan a aflorar viejas discrepancias entre ellos dos, que termina con la ida de Juan de vuelta a su casa del pueblo. Mirando fotos viejas de su ex pareja, encuentra una postal del mar, el cual no conoce a sus 30 años y esto lo motiva a partir para conocerlo.
Sale una mañana caminando por la calle central del pueblo como despidiéndose. A medida que avanza por rutas y pueblos, se encuentra con lugares desolados y faltos de perspectivas, así como él. Llegará a una gomería que parece estar en el confín del mundo y a orillas de una laguna, visitará un hotel abandonado en medio de ésta y que parece haber pertenecido a otro proyecto de país ahora caído.
Juan, más cansado que al salir, decide regresar a su casa, al llegar a ésta y con el calor reinante de la temporada estival se acuesta a dormir.
Ahora, en pleno invierno, vuelve a preparar el bolso para salir nuevamente de viaje, el definitivo. Así se irá encontrando con la desidia y desolación de personajes y lugares de un país que una vez quiso ser y ya no es. Se encontrará con el dueño de un hotel, este moralista y conservador, un vendedor ambulante de palanganas por los pueblos al que nadie ayuda con su auto roto en la ruta. Encontrará en la parte trasera de una camioneta a un músico errante que vuelve de una fallida gira por unos pueblos. Visitará paradores ruteros donde el se cuestionará que hacer de su vida. Hasta que llega al mar, y sentado frente a este se pasa un largo rato contemplando esa maravilla nunca antes vista por sus ojos, para por último darse vuelta y mirar a cámara. Luego lo vemos partir sin saber su destino. Tal vez su camino sea interminable
“Los deseos del camino (King Ale)”, de Claudio Perrin
En la banquina, por Mauricio Alonso
“(...) lo que nos mantenía unidos a todos a este mundo era invisible, y para demostrarlo señalé las largas hileras de postes telefónicos que se curvaban hasta perderse de vista sobre ciento cincuenta kilómetros de sal (...)” Estas palabras de la emblemática novela On the road de Jack Kerouac quizás sirvan como la mejor introducción posible para un acercamiento a “Los deseos del camino (King Ale)”, video del director rosarino Claudio Perrin. Es justamente de esa unión invisible, engañosa, frágil, entre sujeto y espacio de lo que va a hablar este video. Kerouac instalaba estos sentimientos de constante desarraigo en los jóvenes de fines de los ‘40 en los Estados Unidos. La creciente expansión de la novela desde su publicación, 1957, hasta hoy no indica más que una gradual e incesante identificación de las diversas y multiculturales generaciones unidas, justamente, por esa insatisfacción vital que trasciende las épocas. Juan, un joven con ese dulce misterio de los taciturnos, deja atrás un desolado trabajo en los márgenes de una ruta y decide marchar. Sin abandonar los contornos del camino, esta vez “haciendo dedo” o simplemente caminando hacia adelante, desea –¿obsesión? ¿un encuentro?– llegar hasta el mar, hasta el mar allá donde esté. Una vieja postal recibida en donde puede verse el mar sugiere la alternativa del encuentro. El evidente desahucio de la cotidianeidad impone la opción del mero vacío personal que busca su calma. Para llegar al cumplimiento del deseo hacen falta, ineludiblemente, los caminos. Y será a éstos, un trayecto atractivo en su condición de permanente movimiento pero amargo en su contemplación vaciada, a los que se entrega Juan rozándose con las eventualidades del viaje. Entre ellas, en la primera mitad del video, arriba a la casa de su padre. Tentado por éste a quedarse allí, trabajando con él, Juan accede en un principio pero luego seguirá su camino. Este motivo del retorno al sitio paterno funciona como un examen que acaba sirviendo para un impulso mayor y más comprometido de los deseos de Juan. A partir de allí el mar está más cerca.El viaje de Juan, en alguna medida, podría tratarse de un viaje con instancias especulares en donde la contemplación de los espacios y las cosas trazan el dibujo interno, desencantado, inconforme, del personaje. La secuencia exacta que justifica esta afirmación es la visita de Juan al hotel aislado por las aguas de inundaciones pretéritas –¡del año ‘75, ‘76 nada menos!–. Las ruinas encerradas por el agua –”antes esto era un mundo de gente, ahora estamos jodidos”, explica el gomero del lugar a Juan– son recorridas por el personaje como si en esos vestigios de antiguos placeres Juan encontrara fragmentos de su desdicha insular. La secuencia rodada en la laguna de Melincué –quizás el mayor hallazgo del video– enlaza a personaje y espacio como tan hábilmente supieron hacerlo Michelangelo Antonioni o Roberto Rosellini en muchas de sus obras capitales. “Los deseos del camino” avanza a través de los márgenes sociales intentando con cuidado no ceder a la repetida visión banal, burguesa y pintoresca que de esos espacios suelen tener los films argentinos de la década del menemato. Perrin elige narrar en gran medida como supieron hacerlo Pasolini en el cine y Rulfo en literatura: desde una distancia que conecta, a la vez, respeto y compromiso ante el objeto contemplado. Contrariamente a esta elección, sin embargo, el abuso de la banda sonora musical –con canciones muy arraigadas en el imaginario colectivo– y cierto esteticismo de video-clip, hacen que por momentos el viaje de Juan amenace con convertirse en frugal vacación de adolescente mochilero. No es el caso, por ejemplo, de la secuencia ya mencionada del hotel aislado por las aguas, en donde la música, sin letras que exclamen lo que ella sola puede transferir, alimenta la densidad cruda de las imágenes. “¿Qué se siente cuando uno se aleja de la gente y ésta retrocede en el llano hasta que se convierte en motitas que se desvanecen? Es que el mundo que nos rodea es demasiado grande, y es el adiós. Pero nos lanzamos hacia adelante en busca de la próxima aventura disparatada bajo los cielos”, escribó Kerouac. En “Los deseos del camino”, las aventuras disparatadas están atenuadas hasta el punto de hacernos interrogar si es que aún existen, al menos en este enconado sitio del mundo. Lo que Perrin no censura nunca en su trabajo es el valor del viaje, del movimiento que, dulce o ácido, nos dejará la maravilla de la contemplación.
"Todos hablan"
"Para pensar la manera en que se recibe el discurso audiovisual que se produce en la ciudad de Rosario se me ocurrió recordar el concepto de ideologías de Karl Marx. Escribe Marx que las ideologías son sistemas teóricos erróneos formados por conceptos políticos, sociales y morales, desarrollados y protegidos por las clases dirigentes en su propio beneficio.
Bien, por lo tanto puedo decir que hay ideologías, es decir sistemas teóricos erróneos operando sobre el discurso audiovisual de Rosario, formadas por conceptos políticos, sociales y morales, desarrollados y protegidos por las clases dirigentes en su propio beneficio.
Estas ideologías impiden observar serenamente los trabajos en sí en el caso de que se los vea. O porque se lo mira desde parámetros ajenos a él, como los que suministra esa máquina opiómana que es, generalmente, la industria cinematográfica del capitalismo tardío. O porque se lo exalta emocionalmente y sin intentar ningún tipo de valoración estética.
Todo el mundo, los medios también y sin cesar, hablan del cine rosarino.
¿Cuántos habitantes lo ven?"
Emilio Toibero Fragmento de su presentación de la muestra de videos "Rosarinos en Toulouse"Centro Cultural Parque de España, Rosario, 20/04/02
Trailer "LOS DESEOS DEL CAMINO"
Hola Claudio bueno en principio simplemente te queria felicitar por la beca que ganaste, y como no tenia tu correo me meti, en este blog para hacerlo desde aca. Realmente muy bueno lo de la beca te lo mereces por tu todo tu esfuerzo y dedicacion al medio audiovisual.
ResponderEliminarNos estamos cruzando por ahi, abrazo.
pd: Que buen poster este donde se puede conseguir para ver este material, porque Cobani la vi en mi casa y Terminal la fui a ver al cine La comedia, debo esta y cosecha.
Javier Matteucci